Ahora, la epidemia es… ¡de trastornos del sueño!

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Patricia Coalla Pérez, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey, advierte sobre algunas prácticas nocivas para el sueño y la forma de adquirir hábitos saludables para dormir bien durante el periodo de contingencia sanitaria

Durante este periodo de contingencia sanitaria generado por la pandemia del coronavirus Covid-19, la mayoría de las personas han cambiado sus hábitos y no han sido cuidadosas con sus horarios de tareas cotidianas, de comidas y, especialmente, de sueño.

Quienes deben trabajar desde casa alteran sus horarios, talvez dejando para la noche la mayor carga de trabajo; de hecho, en redes sociales, las y los cibernautas han confesado haber dormido a las cuatro de la mañana, porque, ahora, con la emergencia sanitaria, es “lo normal”.

Las alteraciones en el aspecto físico resultantes del confinamiento para evitar el contagio del coronavirus impactan de forma directa en la calidad del sueño de las personas, de acuerdo con Patricia Coalla Pérez, profesora de la Escuela de Psicología de la Universidad de Monterrey.

Se puede constatar que también hay gente que se está levantando temprano, a decir de la catedrática, pero no tienen el hábito de siempre, de levantarse, bañarse, vestirse, desayunar y ponerse a trabajar, sino que talvez trabajan en pijama, por ejemplo.

“Parecen cosas sin importancia, pero la verdad es que van siendo señales al cuerpo que nos alteran mucho y, sobre todo, los horarios: el cuerpo depende de los horarios que nosotros le demos”, aseguró.

En otras ocasiones, esas señales están a medias, porque algunas personas se dan la oportunidad de una siesta por la tarde; entonces, el cuerpo rompe con los ciclos que ya tiene establecidos.

Coalla Pérez mencionó que, a la hora de dormir, muchas personas acostumbran ver televisión o revisar las redes sociales, con la creencia de que “ya no están activados” y les dará sueño; sin embargo, la luz de los electrónicos también manda señales de activación al cerebro, además de que el sueño que llega es muy ligero y la persona despierta a mitad de la noche.

“Puede ser que no se puedan dormir, o que se despierten mucho en la noche o muy temprano, talvez a las cuatro de la mañana y ya no se puedan dormir”, comentó.

DORMIR COMO BEBÉ

Para Coalla Pérez, es importante tener una higiene del sueño, tener una mínima disciplina y, después, escuchar al propio cuerpo.

Por eso, el sueño de un adulto debe disciplinarse de la misma forma en que se hace con una persona recién nacida, que trae “los horarios volteados”: las y los bebés duermen durante el día, mientras que se despiertan durante la noche.

“Las mamás te lo dicen: si el bebé se quiere dormir a las cinco o seis de la tarde, le hacen circo, maroma y teatro para que no se duerma a esa hora, porque saben que ya se le mueve el ciclo (…); la verdad, es muy sencillo, es un poco de sentido común, es darle un ritmo, darle un orden y el cuerpo mismo sabe que tiene que hacerlo”, expuso.

La catedrática de la UDEM señaló que son inadecuadas tanto la tarea de forzar al cuerpo a dormir un tiempo preestablecido –las ocho horas clásicas–, cuando se despierta más temprano que de costumbre, como obligarlo a permanecer despierto por algún pendiente, cuando ya es hora de dormir.

“Lo más importante es que escuchemos a nuestro cuerpo: si tenemos sueño y ya es hora de dormir, pues acuéstense; si ya no tenemos sueño en la madrugada, pues levántense; si tuvieron una mala noche, no pretendan dormir en el día, al contrario, procuren no dormir para que en la noche puedan dormir mejor”, indicó.

Además, en realidad, no hay una cantidad de horas determinada para el sueño, depende de cada persona, aunque con menos de seis horas ya se puede hablar de un déficit, afirmó la profesora.

MINDFULNESS, YOGA, RESPIRACIÓN…

Existen una cierta cantidad de apoyos o consejos para conciliar el sueño a la hora que corresponde, en opinión de Coalla Pérez, entre ellos, los ejercicios de respiración, los tés, incluso, la lectura, pero con luz cálida y sin ruido, además de las prácticas de mindfulness.

Traducido a lo occidental, las técnicas de mindfulness o de yoga es como “darle a nuestra cabecita” un rato de silencio y son señales para el cuerpo de que “el día ya se terminó”, según la psicóloga.

“Si tienes insomnio, desde luego la respiración es la mejor manera, una respiración profunda, lenta, rítmica: se inspira en cuatro tiempos, se retiene en otros cuatro tiempos y se exhala en cuatro tiempos, al menos, durante cinco minutos… la señal para el cuerpo es de equilibrio”, estableció.

NO EJERCICIO DURO, NI PENDIENTES

Aunque mucha gente lo acostumbra, el ejercicio pesado por la noche no es recomendable o, si durante el día no le fue posible hacerlo a la persona, programarlo al menos dos horas antes de dormir, porque produce el efecto contrario: envía al cuerpo señales de activación.

Y otra de las prácticas nocivas es irse a acostar con pendientes para “consultarlos con la almohada”, según Coalla Pérez, porque es una de las razones por las que la persona no concilia el sueño, da vueltas en la cama, duerme ligero y se despierta con facilidad, pensando en lo que faltó por hacer durante el día.

“Lo que estamos haciendo es rumiar los pensamientos, porque en posición horizontal y a oscuras, el cerebro no resuelve nada; si de veras tienes muchos pendientes y quieres resolverlos, entonces, levántate, prende la luz, siéntate en un escritorio, agarra un lápiz y un papel y ponte a resolver lo que tienes que resolver”, planteó.

La mejor manera de tener una higiene del sueño, en opinión de la especialista, es acostarse y levantarse a una hora habitual; al menos, dormir antes de las 12 de la medianoche y levantarse a la hora que cada quien lo haga: “es una cuestión de hábitos”.

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