Tras la devastación en Acapulco, los panteones lucen solitarios el Día de Muertos
ACAPULCO, Gro (apro).– Este año en Acapulco la celebración a los muertos no es una prioridad, porque las necesidades son más apremiantes y están enfocadas a cuidar la vida de los sobrevivientes del huracán Otis. Eso se notó desde la tarde de ayer miércoles, Día de Todos los Santos, porque los panteones estaban vacíos, en particular el de Las Cruces, el más grande del puerto, ubicado en la zona suburbana.
También lo confirmó el administrador del panteón, Santiago Escutia. “Ahorita, en el día de difuntos pequeños no vino ni el 1%. Otros días aquí no cabe la gente, no hay dónde estacionarse”, expuso en entrevista.
El panteón de Las Cruces es grande, tiene 33 secciones, pero se miraba inmenso ante la ausencia de personas en el arranque de la tradición mexicana más grande, la celebración a los muertos, fecha en que todo los panteones del estado suelen estar pintados de amarillo, por el cempasúchil, o de un púrpura, por la flor tradicional de terciopelo. Para este 2 de noviembre esperaban los encargados un poco más, pero también son conscientes de la situación. El mismo escenario ocurre en otros panteones del puerto, como el San Francisco, ubicado en el centro, conocido como el panteón viejo, por ser el más antiguo y porque ya no hacen nuevas sepulturas.
Ayer por la tarde, durante la visita, estaba vacío, de no ser por la encargada del panteón, Susana Curiel García, que recogía lo que podía del escombro o basura de los árboles derribados.
Solo hubo unas personas antes, dijo, pero tampoco pudieron recorrerlo porque los troncos de los árboles están sobre las tumbas y los caminos.
“Esperemos mañana (hoy jueves) las personas que puedan venir, pero sí, efectivamente afectó bastante el día de los niños pequeños, pues, han venido personas, pero no pueden ver a sus difuntos”, comentó.
Aún cuando los habitantes de Acapulco quisieran visitar a sus difuntos este año, tampoco hay muchas condiciones para hacerlo, porque las carencias son de todo tipo y en muchos sentidos, desde la imposibilidad del desplazamiento, porque los insumos, como la gasolina, no está garantizada para todo el puerto hasta ahora; tampoco los servicios básicos funcionan de manera general y, particularmente, la falta de recursos, porque no hay trabajo.
Todo este panorama se ve en el mismo contexto del panteón de Las Cruces, donde están Catalina y Yesenia, dos comerciantes de flores a quienes la devastación les cayó por todos los frentes, en su casa y en el negocio.
Catalina sacó en su puesto a vender parte de las coronas de flores que rescató y el cempasúchil y el terciopelo que ya tenía comprado desde el huracán, y le sobrevivió. Dice, y a la vez se consuela, que de todos modos las ventas son mínimas después del huracán.
“No es como antes, porque no hay dinero, porque en Acapulco no hay dinero ahorita”, dijo al preguntarle cómo estaban sus ventas.
Yesenia explicó que al igual que Catalina las flores les llegaron desde el martes 24 por la mañana, horas antes del huracán, que impactó a los primeros minutos del día siguiente. Las encargaron antes porque creyeron que sería buen año de ventas, nunca se imaginaron la magnitud del huracán ni la devastación.
“Lo que pasa es que los que pudimos comprar flor con anticipación, perdimos todo”, mencionó. Cálculo su pérdida en unos 80 mil pesos.
Este miércoles 1 de noviembre, las flores de Catalina y Yesenia ya estaban marchitas, al igual que sus ventas, aun cuando los ramos no rebasaban los 40 pesos. En otros lugares del puerto, esos mismos ramos de flores estaban al doble, dijeron algunas de las personas que llegaron al panteón de Las Cruces con flores más reavivadas.
Soledad Baños Hernández, quien fue acompañada de su esposo, llevaba un ramo grueso de cempasúchil fresco, porque venía de Ometepec.
Llevó las flores a las tumbas de sus padres, Guillermo Baños y Ana María Hernández.
Después de la catástrofe, el tema de la muerte también se vive diferente en el puerto, porque con la devastación también hubo víctimas mortales. La última cifra oficial es de 46 decesos. A esto se agrega la imposibilidad de muchas cosas, como los trámites de los servicios funerarios, por la falta de muchos servicios.
Ayer, afuera del Servicio Médico Forense (Semefo) de Acapulco, ubicado en El Quemado, había familiares de víctimas del huracán que esperaban les entregaran los cadáveres, y compartieron la situación que enfrentan. “Como no hay ningún sistema, que te den la atención, no se puede, se nos está complicando un poco. También no hay cómo se mueva el dinero, ya ves que todo es electrónico, estamos en destrucción total, no hay cajeros; no podemos hacer ningún movimiento y para todo se ocupa dinero”, comentó Carlos Alberto García Zúñiga, primo del capitán de la embarcación Tiger, de nombre Pedro, quien murió durante el huracán al tratar de resguardar su nave.