Analiza el rol de los tuits y las celebridades en la protesta política

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  La participación de Ricky Martin, Bad Bunny y Residente en el movimiento #RickyRenuncia en Puerto Rico, en 2019, produjo un efecto de amplificación de los resultados de la movilización, según la investigación realizada por Carlos Eduardo Ortega Ríos, egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad de Monterrey

El activismo de cantantes, actores y personajes de la cultura en los territorios del ambientalismo, los derechos humanos o de apoyo en situaciones de desastres naturales no es sinónimo de logro en sus campañas.

¿Pero, realmente, podría ser determinante la participación de algunos personajes de la cultura pop en una movilización política en América Latina, como lo fue la llamada “rebelión de los reguetoneros” de #RickyRenuncia en Puerto Rico, en 2019, y que terminó con la dimisión del entonces gobernador Ricardo Roselló?

Carlos Eduardo Ortega Ríos, recién egresado de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad de Monterrey, sostiene que las posturas políticas de quienes se sumaron y luego encabezaron el movimiento de la isla caribeña, especialmente entre el 13 y el 24 de julio del año pasado: Ricky Martin, Bad Bunny y Residente, tuvieron un alcance amplificador dentro y fuera de Puerto Rico.

“Las celebridades surgen como actores que tienen la capacidad de influenciar o establecer agendas políticas dentro del esquema de toma de decisiones derivado de la presencia y rango de alcance de sus acciones”, afirmó.

En su Proyecto de Evaluación Final (PEF) Los movimientos de ocupación y la participación de las celebridades: una aproximación desde el movimiento #RickyRenuncia, que presentó para egresar de su programa académico en este junio pasado, el ahora exalumno estudió las relaciones entre la renuncia de Roselló el 24 de julio del año pasado, los factores de descontento ciudadano, el activismo en redes sociales y la movilización en las calles.  

La crisis política de ese país detonó con el Telegramgate, la filtración por parte del Centro de Periodismo Investigativo de una conversación en un servicio de mensajería digital, en el que el mismo gobernador y un grupo de su gabinete emitieron comentarios misóginos y homofóbicos en torno a adversarios políticos y sobre la situación sociopolítica de Puerto Rico.

El PEF destaca las estrategias que fueron determinantes por parte de Enrique Martín Morales, Ricky Martin, Benito Antonio Martínez Ocasio, Bad Bunny; y René Pérez Joglar, Residente; como las convocatorias directas a manifestaciones en las calles, su presencia en tales movilizaciones, el uso de la música y de sus propios escenarios como vehículos de protesta social y la invitación a otras celebridades a posicionarse sobre el tema.

“Se analizaron 70 tuits que se publicaron en los 12 días, a partir de los cuales se puede entender que cuando las celebridades utilizaban sus cuentas de Twitter para convocar a la gente a protestar, el número de personas que salían a las calles se incrementaba (…); cuando las celebridades tuiteaban específicamente invitaciones a protestas, el contingente sobrepasaba las 500 mil personas”, reveló.

Un factor determinante en el éxito de la protesta, según la tesis, fueron los antecedentes activistas de las tres celebridades: su compromiso político y de apoyo a desastres que estaban muy recientes, como el huracán María, y la sensibilidad de retomar el descontento popular, lo que generó una predisposición hacia sus posturas políticas emitidas tras la publicación del Telegramgate.

“Bad Bunny, a pesar de tener una cantidad de seguidores en Twitter menor (que los otros dos cantantes), fue quien tuvo más impacto durante la protesta, porque su audiencia es muy joven y los jóvenes eran el principal componente de las protestas en Puerto Rico”, explicó.

“Ricky Martin goza de una popularidad internacional; entonces, el hecho de que expusiera desde una plataforma de redes sociales el contenido de las protestas contribuyó no solo a que la gente de Puerto Rico conociera lo que estaba pasando, sino gente al exterior del país”, estableció.  

“Y Residente, con antecedentes de activismo muy fuertes en América Latina, convocaba directamente al espacio público”, relató.

Pero la filtración periodística de las conversaciones fue solo la gota que derramó el vaso después de las decisiones políticas de Roselló a lo largo de su gestión que fueron desaprobadas por la población, como el mal manejo de las finanzas públicas, casos de corrupción y una reforma que daba beneficios a empresas para incentivar la inversión, pero recortaba prestaciones laborales.  

También hubo recortes a los pensionados, recortes al presupuesto a la Universidad de Puerto Rico (UPR) por 300 millones de dólares y un alza a la matrícula de la UPR, así como una lenta recuperación de la isla tras el paso de los huracanes Irma y María, entre otras acciones.

CULTURA POP Y MOVILIZACIONES

Es la magnitud de la respuesta popular lo que permitió a Carlos Eduardo quitarle a las relaciones internacionales el estereotipo de que solamente son un cuerpo de prácticas donde predominan los agentes estatales, sino que la globalización y la tecnología han establecido un enfoque diferente, dando paso a “nuevos agentes” (individuos, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y empresas) que buscan influenciar la toma de decisiones de las estructuras gubernamentales a nivel nacional e internacional.

Carlos Eduardo mostró su convicción de que es relevante realizar investigaciones que conecten problemáticas sociopolíticas con aspectos de la cotidianidad, como la cultura pop y el uso de redes sociales.

Según la investigación, hubo un cambio en las temáticas de las movilizaciones sociales a partir de la década de los noventa, cuando esas protestas recurrieron a nuevas herramientas para comunicar sus demandas más allá del espacio físico, a través del internet, lo que trajo consigo nuevas configuraciones en las estrategias de difusión de las manifestaciones.

“La introducción de mecanismos, como redes sociales, hacen que las protestas no sean iguales a como eran en el ’68 o en los movimientos obreros anteriores al ‘68”, expuso.

Esta tendencia, dice en el estudio, se reforzó entre 2011 y 2012 con la resonancia de los movimientos #YoSoy132, Occupy Wall Street, Primavera Árabe y el Movimiento de los Indignados, que tuvieron como denominador común el hartazgo popular ante los errores de la clase política, el uso de las redes sociales como estrategia de movilización y la ocupación de lugares simbólicos.

Otro ejemplo del binomio entre redes sociales y celebridades se manifestó en el movimiento We Stand United, formado por defensores de derechos humanos, artistas y ciudadanos estadounidenses, encabezados por Michael Moore, Cher, Robert de Niro, Mark Ruffalo, Sally Field, Julianne Moore y Alec Baldwin, entre otros, en contra del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Carlos Eduardo afirmó que, para que una movilización latinoamericana pueda ser igual de efectiva que la del movimiento #RickyRenuncia, la clave está en que múltiples sectores sociales converjan en una causa en concreto y hagan uso de estrategias no convencionales de movilización.

“Fue clave el rol de las celebridades en este caso, porque sus acciones tuvieron mucho impacto: los tres días que invitaron a la gente a protestar, fueron los tres días que más asistencia hubo; (…) pero las celebridades no dicen lo que se les ocurre, toman el descontento que ya existe y le dan una mayor visibilidad, porque se puede percibir que el mensaje es auténtico y no tienen un interés detrás”, apuntó.

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